VITALICIOS - José Sanchis Sinisterra
Entramos al teatro “La Carpintería” y nos esperan en puerta con un carnet de socio vitalicio sellado por Asuntos Sublegales de la Vicepresidencia Cuarta de la República Argentina. Adjunto nos entregan un folleto con la sinopsis, pero más importante aún, una pregunta que nos va a dejar involucrados a la obra de principio a fin:
¿Y si un día no quedan ni los artistas?
Quizás no entendamos del todo que estamos por entrar a ver, socios de que nos hemos hecho, con que nos vamos a enfrentar pero está claro que esta pregunta nos remueve a todos y cada uno de los espectadores. Porque ¿qué sería de la vida sin artistas? ¿Dónde estaríamos en ese momento, Viernes a las 20hs si no existieran los mismos?
Sin duda es una obra que invita a pensar, a reflexionar, a darnos cuenta de que somos cómplices y artífice de los manejos del estado y el lugar que se le deja al arte en el tiempo. “El fantasma del Mercado” dicen, nuestro gran enemigo, ya no queda lugar para la lucha entre partidos, todo es un acto político y todos sufrimos el riesgo de perder ante una fuerza tan grande y fuera de nuestro alcance como El Mercado.
Dan sala. Nos hacen pasar y tomar asiento. La ubicación está designada por nuestro carnet y de a poco nos acomodan. A simple vista puede ser el procedimiento normal de un teatro pero nos permitimos dudar ya que todo un poco nos está haciendo parte y nos hacen estar atentos para al finalizar dar nuestra opinión sobre el tema tratado...
Mientras nos vamos “ubicando en nuestro lugar”, la obra ya estaba comenzada.
Así como un proceso mecánico, robotizado, dos mujeres y un hombre, seriamente y sin pausas van dictando nombres de una parba de carpetas archivadas. “Nombre”, “edad”, “rubro” y a cada uno se le asigna una categoría: “No”, “interrogante”, “si”. Una especie de algoritmo, pero con un juzgamiento aparentemente improvisado y un criterio cuestionable.
Adrianita indica de quién se trata, Carlota categoriza y Basilio archiva o descarta. Entre ellos se nota la tensión, el cansancio, el sin sentido de lo que hacen pero el compromiso latente de hacerlo bien.
Adrianita empieza a cuestionar todo, Basilio empieza a reírse hasta de sí mismo, haciendo todo con desgano, y Carlota se preocupa y calentona, pero al mismo tiempo reclama a los demás “A nosotros nada debe afectarnos”, santiguándose cada tanto como si pecara y pidiendo al cielo alguna respuesta menos “azarosa” digamos, más una cuestión de fé.
Se ve claramente que son empleados, laburantes, en condiciones precarias, realizando hace horas un
trabajo sistemático, aburrido y tedioso. “La dignidad la pone nuestro oficio” se dicen para seguir
adelante.
De a poco vamos entendiendo que estos a quienes mencionan son Artistas de diversos rubros y ellos son quienes bajan línea de a quienes mantener como vitalicios o no de un bono gubernamental para seguir subsistiendo. Son efectivamente quienes deciden a quién sí y a quien no cortarle los víveres.
“Porque en épocas de vacas flacas, hay que cortar por lo sano.”
Recortes de presupuesto. El gobierno necesita fondos. Ellos son meros peones de una bajada de línea mayor que sube de escala jerárquica.
Pausa musical - Folklore
Al rato les llega un comunicado. “Altamente reservado, quémese después de atribuir”. Se incrementa la tensión indicandoles que ahora se adjudica un nuevo algoritmo de archivo. “Caída libre”, “ahogo”, diversas maneras de morir. Ahora ya no juzgan a quien recortar del presupuesto, sino que juzgarán a quien decapitar.
Basilio se descompone, Adrianita y Carlota intercambian roles, Adrianita decide a quién bajar como con un Ta-te-ti. Se pone en juego la moral y la estabilidad emocional de cada uno de ellos pero nunca renuncian a su labor, porque claro está, que si alguno baja los brazos o se queja frente a la tarea a realizar, su propio puesto corre peligro. “No son recortes, son ajustes” se convencen para continuar.
Pausa musical - Tango/Bolero
Finalizado el juicio y su jornada laboral, en pleno caos existencialista, la puerta de salida está cerrada.
En ese instante es cuando comprendemos una serie de ruidos de soldaduras y martillos que hubo a lo largo de toda la obra. Claro, mientras ellos recortaban a los artistas, otros los recortaban a ellos, encerrándolos en aquel triste subsuelo y dejándoles apenas unas medialunas rancias y un poco de licor para una triste despedida. Una cadena de mandatos, una cadena de traición, una cadena de abandono y corrupción.
“Consta de que el gobierno sabe del valor del arte pero cuando la crisis se acrecienta... Este gobierno no es como el de Platón” decían...
Por confiar, por soportar, por creer en las causas perdidas, por el amor al arte, por la dignidad, por salvar nuestro propio pellejo. Nos olvidamos de que arriba siempre hay alguien más, perdiendo de vista lo más importante, lo que nos hace humanos y nos recuerda nuestra humanidad.
Lo cual nos lleva a responder la última pregunta: “¿Nos dejarías tu opinión sobre la problemática que tratamos en vitalicios? Dejanos tus comentarios en la urna, muchas gracias!”
Yo ya dejé la mía, ahora te invito a vos.
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Autoría: José Sanchis Sinisterra
Actúan: Cecilia Cósero, Pablo Flores Maini, María Rosa Frega
Vestuario: Jorgelina Herrero Pons
Escenografía: Eduardo Spindola
Luces: Horacio Novelle
Musicalización: Sergio Klanfer
Fotografía: Ana Maria Ferrari
Diseño gráfico: Leandro Correa
Asistencia de iluminación: Matias Noval
Asistencia De Producción: Rocío Cárcano
Asistente Fotografía: Walter Cesar Remus
Asistencia de dirección: Claudia Díaz
Prensa: Paula Simkin
Dirección: Mónica Benavidez
Duración: 60 minutos