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“Mi Hijo Sólo Camina Un Poco Más Lento”

Una obra del dramaturgo Ivor Martinic dirigida por Guillermo Cacace. 

 

¿No es llamativo cómo el título ya nos coloca en un lugar? La mismísima denominación de la obra ya activa la imaginación, genera preguntas y no da respuestas. Sabemos que algo pasa con este hijo. Pero… ¿Cómo es “sólamente caminar un poco más lento”? ¿Qué y cómo es “caminar más lento”? ¿Se refiere al paso del tiempo? ¿Es una metáfora? ¿O se refiere literalmente a la dificultad de caminar? 

 

Es el cumpleaños número 25 de Branko, un jóven que sufrió una enfermedad innombrada, la cual lo llevó a estar atado a una silla de ruedas a causa de la pérdida de movilidad en sus piernas. 

 

Su madre, Mía, no logra aceptar la situación en la cual Branko se encuentra. Ni siquiera logra decir “no camina”, sino que lo suplanta con un negador “sólo camina un poco más lento”. Mía todavía no ha podido procesar el hecho de que su hijo haya pasado a tener “capacidades distintas”. Su negación refleja aquel dolor y frustración de una madre que no sabe cómo ayudar ni mejorar la situación de su hijo. Incluso pareciera sufrir más que el mismo Branko, quien ya ha aceptado su condición y la vivencia con mayor normalidad. Él, ha logrado comprender su presente y se encuentra aprendiendo a ver la vida desde otra perspectiva. 

 

El resto de la familia y personajes van enmarcando diversas situaciones y problemáticas universales tales como el amor, la vejez, el paso del tiempo, el acostumbramiento en la pareja, la salud, los vínculos familiares, entre otras. Pero, es cierto, que el foco se encuentra principalmente en la forma en que la familia de Branko, y sus seres queridos, logran aceptar o no su condición, cómo lo ven como alguien diferente y la imposibilidad que tienen de ayudarlo. 

 

“Mi hijo sólo camina un poco más lento”: una tragicomedia que nos invita a vivir el llanto, la risa, situaciones catárticas en donde nos sentimos identificados. Es conmovedora y ampliamente interesante. Nos zambulle en escenarios cotidianos con los que rápidamente llegamos a sentirnos tocados. 

 

Si hay algo que creo muy poderoso, tanto en la dramaturgia como en la puesta en escena, es la originalidad y no convencionalidad con la que se relata la historia. Una palabra que creo queda acorde a mi sensación es: “atrayente”.

 

Todo en la obra pareciera tener simbolismos y significados exquisitos. Nada es porque sí. Todo tiene su razón de ser. Hay muchas aristas analizables, lo cual le da, al hecho artístico, gran profundidad y contenido. 

 

Para quienes todavía no la vieron, quizás sea un poco spoiler, pero acá voy a nombrar algunas cosas de la puesta en escena que más me llamaron la atención y me senté a analizar: 

 

Al llegar a la sala los actores te reciben: Se relacionan con el público, se acercan. Se gesta una relación entre actor y espectador en donde todos estamos a la par. Esto ayuda en el verosímil del relato, y también, en la identificación con los personajes para quienes luego nos sentaremos en la butaca a disfrutar de la función.

 

La iluminación es siempre la misma: No hay apagones. Es una luz blanca, casi generalizada que no cambia. Investigué y sé que esto salió de los ensayos, los cuales se realizaban los domingos por la mañana. La intencionalidad es para que la luz sea neutra y así dé connotación de una luz natural no teatral. Se genera mayor cotidianeidad y realismo para seguir con esta idea de paridad entre lo real y lo teatral.

 

La elección de la ropa: es deportiva, holgada, no formal. Quizás esto tenga varias razones de ser. Yo creo que muestra una clase social media baja; da sensación de sencillez, de algo no formal, algo donde se prioriza lo humano y no lo superficial; también puede tener que ver con el simbolismos de “caminar” que tanto predomina. Parece ser ropa de trekking, de caminata.

 

La escenografía es muy austera: Unos pares de sillas rotas y gastadas, la silla de ruedas de Branko, papelitos tirados que refieren al festejo de cumpleaños, y cuerpos. Los cuerpos de los actores son los que centran la acción. De hecho, los actores no salen de escena. Siempre están dentro del escenario siendo parte. En momentos de menor interacción se corren a un costado, pero permanecen con el cuerpo y personaje presentes.    

 

Muchas veces se relatan acciones que los personajes no realizan: dando así espacio y pie a la imaginación del espectador. Es muy rico ver las reacciones de los actores a estímulos de acciones implícitas. Creo que incluso hacen que todo tome una doble intensidad. 

 

No es casualidad que “Mi Hijo Sólo Camina Un Poco Más Lento” siga presentándose a sala llena desde 2014 hasta el día de hoy, y tampoco es casual, que haya sido galardonada con numerosos premios. Sin dudas, no se asemeja a otras obras teatrales. Tiene un “no sé qué” diferente que invita a pensar, a reflexionar e identificarse de una forma poco común. Si sos de esos que les gusta lo innovador, no dejes de ver esta joyita teatral. 

 

Luz Navarro para MásEspectaculosArgentina

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FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Dramaturgia:

Ivor Martinić

Traducción:

Nikolina Zidek

Actúan:

Aldo Alessandrini, Antonio Bax, Luis Blanco, Elsa Bloise, Pochi Ducasse, Paula Fernandez Mbarak, Pilar Boyle, Clarisa Korovsky, Romina Padoan, Juan Andrés Romanazzi, Gonzalo San Millan, Juan Tupac Soler

Trailer:

Mariano Asseff

Vestuario:

Alberto Albelda

Escenografía:

Alberto Albelda

Diseño de luces:

David Seldes

Fotografía:

Sebastián Arpesella, Nora Lezano

Comunicación:

Gustavo Andrés Passerino

Asistencia de dirección:

Catalina Napolitano

Arreglos musicales:

Francisco Casares

Producción:

Romina Chepe

Director asistente:

Julieta Abriola

Dirección:

Guillermo Cacace